El torero valenciano afincado en Almería desde hace varios años pone fin definitivo a su inmejorable historia de época en el mundo de los toros, manteniéndose como figura del toreo por mas de tres décadas.

El Adiós de un Maestro: Enrique Ponce se Despide en la Plaza México
El 5 de febrero de 2025 quedó grabado en la memoria de los aficionados a la tauromaquia como el día en que Enrique Ponce, el maestro valenciano, dijo adiós a los ruedos en la emblemática Plaza México. En el 79º aniversario del coso de Insurgentes, la afición mexicana se volcó para rendir homenaje a uno de los toreros más queridos y respetados de la historia reciente.
La tarde comenzó con una mezcla de emoción y nostalgia. Enrique Ponce compartió cartel con Diego Silveti y Alejandro Adame, enfrentándose a toros de la ganadería Los Encinos. Los dos primeros astados que lidó Ponce resultaron descastados y faltos de fuerza, pero la pasión del público no disminuyó. La conexión entre el torero y la afición mexicana era palpable, y ante la insistencia del público, Ponce decidió regalar un último toro.
“Indiano”, el toro de regalo, se convirtió en el protagonista de una faena que quedó grabada en el corazón de todos los presentes. Con maestría y temple, Ponce ejecutó una faena memorable que le valió dos orejas y la salida a hombros, acompañado por Diego Silveti. Fue un momento cumbre, lleno de emoción, donde el maestro demostró una vez más su grandeza y entrega.
Pero la tarde también tuvo un giro inesperado. Durante la lidia del último toro, el novillero colombiano Maikel Ramírez saltó al ruedo como espontáneo, con una camiseta que decía: «Quiero ser torero y en Colombia me lo quieren prohibir». Ramírez logró dar cuatro naturales antes de ser retirado por las autoridades. Posteriormente, se disculpó con Ponce, quien aceptó sus disculpas con la generosidad que lo caracteriza.

El cierre de la jornada fue simplemente inolvidable. Mientras Ponce daba su última vuelta al ruedo, el cantante Pepe Aguilar interpretó «El Rey», y las luces de la plaza se apagaron. Un rayo láser dibujó la leyenda: «Enrique Ponce, Plaza México, hasta siempre». La atmósfera era de pura emoción, con lágrimas y aplausos entremezclándose en una despedida que trascendió el ruedo.
En sus declaraciones finales, Ponce expresó con emoción: «México va en mi corazón desde siempre, hoy se ha visto». Así, el maestro cerró un capítulo brillante en la historia de la tauromaquia, dejando una huella imborrable en la afición mexicana y en todos aquellos que tuvieron el privilegio de verlo torear.
El adiós de Enrique Ponce en la Plaza México no solo marcó el final de una carrera legendaria, sino también la celebración de un legado que vivirá para siempre en la memoria de la tauromaquia.
